La iritis, también llamada uveítis anterior, es una enfermedad del ojo que se caracteriza por la inflamación de dos estructuras del polo anterior del globo ocular que se llaman iris y cuerpo ciliar. [1] Puede estar producida por múltiples causas, muchas veces es secundaria a otras enfermedades generales como la espondilitis anquilopoyetica y el síndrome de Reiter. [2] Suele producir dolor, visión borrosa, fotofobia y enrojecimiento de la porción anterior del ojo. A veces deja secuelas como las sinequias posteriores que son adherencias que se forman entre el iris y el cristalino.[2]
Índice
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Explicación
La úvea es la capa intermedia de la pared ojo. Se encuentra entre la esclerótica y la retina, y aporta la mayor parte del suministro sanguíneo a la retina. Está constituida por la coroides en su parte posterior y el iris y el cuerpo ciliar en su porción anterior. Cuando se produce una inflamación de la úvea, el término que se utiliza en oftalmología para designar el proceso es el de uveítis.
La uveítis puede ser de dos tipos:
- Posterior. Cuando afecta a la coroides. También se la llama coroiditis.
- Anterior. Cuando afecta al iris y cuerpo ciliar. Recibe el nombre de iridociclitis. Por lo tanto los términos iridociclitis y uveitis anterior tienen el mismo significado.
Si la afectación incluye ambos sectores, el anterior y el posterior, se denomina panuveitis.
Tipos (Clasificación)
Hay varias clasificaciones de iridociclitis.
Aguda o crónica
- Aguda: Aparición súbita de síntomas, no durando más de seis semanas.
- Crónica: Persistencia mayor de seis semanas, frecuentemente asintomática. La iridociclitis crónica se asocia con enfermedades sistémicas como: espondilitis anquilosante, síndrome de Behcet, Colitis ulcerosa, artritis reumatoidea juvenil, síndrome de Reiter, sarcoidosis, sífilis, tuberculosis y enfermedad de Lyme.
Exógena o endógena
- Exogeno: Producida por causas externas como germenes o traumatismos.
- Endogeno: Por circunstancias internas del propio organismo.
Granulomatosa o no granulomatoso
- Granulomatoso: Se debe generalmente a la acción directa de un germen invasor de la úvea (tuberculosis, sífilis, toxoplasmosis, lepra, etc.)
- No granulomatoso: Suele estar producidas por reacciones de hipersensibilidad y responden relativamente bien al tratamiento con esteroides.
Síntomas
La iridociclitis aguda suele cursar con dolor intenso, pérdida de visión, fotofobia y enrojecimiento del polo anterior del ojo. Durante la exploración pueden aparecer diferentes signos, como disminución del tamaño de la pupila (miosis), enrojecimiento del iris, enrojecimiento de la conjuntiva periqueratica (situada alrededor de la córnea) y turbidez del humor acuoso. A veces surgen complicaciones, como presencia de precipitados en la cornea y adherencias entre el cristalino y la córnea o entre la córnea y el iris
La iridociclitis crónica produce una sintomatología menos llamativa, el dolor y el enrojecimiento son escasos. Sin embargo acaba por causar complicaciones como déficit visual, lesiones en la córnea y catarata.[3]
Tratamiento y cura
El paciente se debe ser atendido por el oftalmólogo. El tratamiento recomendado es muy variable, dependiendo de diferentes factores, como el origen, el grado de afectación y el tiempo de evolución.
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